En nuestro planeta, todas las formas de vida están expuestas al estrés, ya que en la vida misma los distintos episodios suceden con una mezcla de belleza y crueldad.
Sin excepción, todos los seres vivos estamos obligados a librar nuestras propias batallas para evitar que otros depredadores nos maten o nos agredan, o para conservar la salud, el trabajo, la vivienda, etc., con el único fin de perpetuarnos como especie sobre la faz de la tierra.
Una semilla, a modo de ejemplo, en las condiciones adecuadas está destinada a cumplir su propósito de crecer y volver a sembrarse a sí misma. Para cumplir su objetivo, una vez consiga liberarse de su cáscara sus raíces se expandirán por el suelo, su tallo se erguirá hacia la superficie buscando el cielo. Soportará los elementos naturales tales como el sol y el calor abrasador, el viento, la lluvia y las inundaciones, los insectos invasores y la contaminación, hasta convertirse en una hermosa planta o árbol con flores y sabrosos frutos cuyas semillas se encargarán de repetir el mismo ciclo.
La evolución humana, por su parte, cuenta con un sistema cruel pero muy eficaz. Siempre que un individuo se enfrenta a un problema de supervivencia física, real o imaginario, ya sea éste un ruido o movimiento inesperado que ponga en peligro su seguridad, o un problema grave de salud o de enfermedad, la parte más primitiva de su cerebro, conocido como amígdala o cerebro reptil, provocará la emoción básica del miedo. Al detectar una amenaza y bajo los síntomas del miedo, enojo, vergüenza o hambre, nuestro cerebro reptil o amígdala escanea la información sensorial en busca de patrones asociados con el peligro al que nos enfrentamos. Una vez hallados, se dispara la respuesta del miedo con activación del eje: hipotálamo-hipófisis-adrenocortical con liberación de cortisol y demás hormonas que preparan al organismo para "huir o pelear".
Esta área de nuestro cerebro es la más básica y su fundamento es el control de la vida porque se encarga de autorregular el organismo, no tiene capacidad de pensar ni de sentir, su función consiste en actuar cuando el estado del organismo así lo requiere. Es sobre todo un guardián de la vida, pues en él están los mayores sentidos de supervivencia y de lucha, además por su estrecha relación con los poros de la piel este cerebro primitivo reptil es quien avisa del peligro al cuerpo en general. Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y es capaz de cometer las mayores atrocidades, ya que puede reemplazar al pensamiento racional por medio de creencias negativas. Cuando aparecen pensamientos de miedo o escasez, es muy importante prestar atención y recuperar el control a través del cerebro racional. El miedo es una emoción poderosa, ha mantenido viva a nuestra especie durante miles de años.
"Para aprender las lecciones importantes de la vida, uno debe superar el miedo todos los días" Ralph Waldo Emerson.
El estrés genera un estado de alarma general, hace que el cerebro se ponga en guardia para preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso y el sistema hormonal se pueden ver afectados. El sistema nervioso se despierta y las hormonas se liberan para avivar a los sentidos, acelerar el pulso, profundizar la respiración y tensar los músculos. Digamos que cada célula del cuerpo sufre por la reacción del estrés dado el estado de desorden que se genera a nivel de todo el cuerpo. Algunas personas viven en forma constante con estrés si bien no logran distinguir si sienten o no sus efectos. Por ejemplo, una persona que en su trabajo está pasando por una situación de acoso laboral o de malos tratos por parte de sus superiores o de sus propios compañeros, mientras continúe trabajando en ese sitio sufrirá estrés casi a diario. Lo mismo ocurre cuando la persona tiene problemas en su casa con su pareja o con su familia, y vive con ellos día tras día. Las situaciones de estrés que no se resuelven conducen a la fatiga o al daño y la habilidad del cuerpo para sobreponerse se ve comprometido seriamente con riesgo de enfermar.
Cuando sentimos estrés el cuerpo produce la hormona cortisol en cantidades excesivas ya que esta hormona del estrés forma parte de nuestro sistema de alarma. Es la que se encarga de preparar el cuerpo para huir o para pelear, la naturaleza la diseñó para salir airosos de una situación de peligro llevando al límite nuestros recursos físicos y mentales. Bajo una situación de estrés el cuerpo responde a la hormona cortisol generando cambios internos que pueden ser: aumento de la presión arterial por si debemos correr o pelear, aumento del nivel de glucosa o sea del azúcar en la sangre para que las células tengan suficiente energía disponible pues hay que combatir la amenaza.
La fuente del estrés también puede ser una mala noticia, una infección o una enfermedad interna del cuerpo. Si la fuente es de corta duración los niveles de glucosa aumentan igualmente debido al cortisol, pero al no ser consumidos por las células se convierten en grasa que el cuerpo almacena.
La glucosa es la fuente de energía principal de todas las células de nuestro cuerpo pero cuando no se utiliza el cuerpo convierte ese sobrante en grasa para almacenarla como fuente de energía para otra ocasión. Este exceso de glucosa es la grasa que termina depositándose en nuestra cintura, caderas y abdomen.
"Las grasas son alimentos que proveen mucha energía, y dan la sensación de que el cuerpo está lleno. Cuando consumimos grasas o aceites con los alimentos nos llenamos más rápido porque provocan una reacción en el cuerpo al producir la hormona CCK. Esta hormona la produce el cuerpo en respuesta a las grasas y aceites, y es la hormona que le da al cuerpo el mensaje de "estoy lleno, no tengo más hambre".Las proteínas y las grasas también producen glucosa pero lo hacen en cantidades más pequeñas y no producen un nivel muy alto de insulina. Es la insulina la que provoca que engordemos así como el exceso de glucosa en la sangre. La insulina es la hormona que transporta la glucosa, el azúcar de la sangre y también la grasa de nuestro cuerpo. La hormona contraria a la insulina es la glucagona, que convierte la grasa del cuerpo nuevamente en glucosa para que el cuerpo tenga alimento para sus células, por tanto esta hormona es la que hace adelgazar". Frank Suarez -El Poder Del Metabolismo.
"La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del entendimiento, en el saber" Tales de Mileto
El ejercicio físico reduce los efectos del estrés diario, el problema es que nuestro estilo de vida incluye gran cantidad de adelantos tecnológicos que nos evitan el esfuerzo físico, cada día la tendencia que prevalece es mover menos el cuerpo y más la mente y los sentidos. Vamos de un lado para el otro como autómatas y nos queda poco tiempo para hacer ejercicio, caminar, nadar, bailar o mover el cuerpo de alguna forma. Vamos en coche a todas partes, hasta para ir al supermercado aunque esté a la vuelta de la esquina de nuestra casa. Evitando así caminar al aire libre y el contacto con el aire y con el sol. Son muchos los niños y los adultos que pasan encerrados demasiadas horas en casa mirando televisión. Si además estamos sentados y encerrados en una oficina o despacho el resto del día el cuerpo se adapta a ese estilo de vida. La vida sedentaria no ayuda a eliminar el estrés, el cuerpo tampoco está diseñado para estar sentado muchas horas por lo tanto en cuanto se pueda en el trabajo hay que levantarse, mover las piernas y caminar un poco. Si estamos en casa es bueno que salgamos a dar una vuelta, si tenemos perro tenemos la excusa perfecta para llevarlo un rato al parque y aprovechar para desconectar de las actividades del día.
El cuerpo cuando tiene estrés produce la hormona cortisol, esta hormona engorda el abdomen y la cadera, además es causa de insomnio y produce mal dormir. La combinación de mucho estrés, cortisol y la falta de sueño es uno de los mayores obstáculos para bajar de peso.
Cuando hacemos ejercicio el cuerpo elimina una buena cantidad de cortisol acumulado por el estrés durante el día a través del hígado y es por eso que después de hacer ejercicio siempre tenemos un sueño reparador.