La búsqueda de la felicidad ha sido una constante en la historia de la humanidad. Las distintas corrientes de pensamiento que abordaron el tema como ser, la antigua filosofía china, el Dalai Lama; Jesucristo o Aristóteles, entre otros, llegaron a la misma conclusión: la felicidad es un objetivo prioritario para el ser humano. Filósofos como Voltaire , Rousseau afirmaron que la felicidad no es un capricho del destino, ni tampoco un don divino que uno recibe como premio a una buena conducta en la vida, es un estado que todos deberíamos disfrutar en la Tierra aquí y ahora.
Por su parte, los científicos sostienen que el ser humano, desde que pisó la faz de la tierra, nunca dejó de lado el propósito de encontrar la dicha, pues de lo
contrario la raza humana se hubiera extinguido. Afirman que de no contar con la posibilidad de sentirse satisfecha, la humanidad se hubiera auto-destruido. Lo cual demuestra que en nuestros genes además del instinto de conservación tenemos el impulso necesario para emprender la lucha por aquello que nos hará felices. Es el espíritu de lucha que se presenta en determinados momentos, es la chispa de creatividad que nos saca a flote cuando nos vemos en una situación difícil.
Dijo Aristóteles que para ser feliz se necesitan
tres clases de bienes: externos, como
la riqueza o los honores; del cuerpo, como el placer y la salud; y del alma, como la contemplación y la
sabiduría.
La relación
entre estos tres elementos tiene un valor diferente en cada época y para
cada persona. A partir de
los años 90, en el modelo de la sociedad occidental, la felicidad consistía en ser alguien y tener
un estatus. La exigencia social era muy elevada, por lo que muchas personas se vieron obligadas a
renunciar a su vida familiar y a sus metas personales con tal de mantener un trabajo remunerado. El esfuerzo por alcanzar esta meta se tiñó de
dolor, sacrificio y confusión, a tal punto de confundirse la realización personal con consumo o con la capacidad para adquirir bienes.
Aún hoy en día,
en nuestra mente persiste la idea de que el consumo es la base de la felicidad;
de ahí el triunfo del paradigma“Ser es Tener”.
A causa de
esta forma de pensar, corremos el riesgo de sentirnos mal si por alguna circunstancia fracasamos en conseguir lo que nos proponemos. Este sentimiento de frustración se
debe, en cierta medida, a la influencia que tienen los medios de comunicación,
que promueven un
concepto de felicidad que conlleva implícito poseer bienes materiales, ya sea un coche más moderno o una casa más cómoda.
Es muy importante
fijar prioridades en base a las necesidades reales para no consumir por costumbre, ya que muchas veces compramos cosas innecesarias que a corto plazo, por falta de interés o porque las reemplazamos por otras más modernas, van a parar a la basura, esta tendencia debe ser controlada. Con la manipulación por parte de la propaganda publicitaria, de la cual todos somos objeto, en última instancia lo que se busca es aumentar las ventas obteniendo mayores beneficios. Los anuncios de
la televisión están destinados a mantenernos en un estado constante de
consumismo, mediante imágenes con mensajes subliminales que en el 99% de los
casos nos despiertan un
deseo irracional de comprar. Los expertos en marketing de las grandes empresas tienen la tarea
de crear una necesidad artificial en los consumidores. Basta ver el anuncio publicitario de un nuevo modelo de coche junto al cual colocan casi siempre a una hermosa y atractiva joven. El mensaje subliminal está diciendo que con un coche como ese podré conocer a una joven atractiva, da igual si tengo el dinero o si lo debo pedir prestado al banco para comprarlo. Las imágenes subliminales entran en nuestra mente en forma de pensamientos que luego el cerebro descodifica como propios.
Nos han programado a través de la televisión, se nos hizo creer que la televisión es una gran fuente de información, fue bautizada como uno de los inventos más importantes de este siglo. Sin embargo, se encarga de mantenernos alejados de la realidad, de la experiencia, logrando así retrasar nuestro propio nivel de evolución.
Debemos comenzar a cuestionarlo todo, no sólo tenemos ese derecho también la obligación de hacerlo, en ello radica nuestra soberanía. Porque sólo mediante el conocimiento podremos cambiar las cosas.
Hay que ser valientes, no importa que la historia demuestre que fueron mal interpretados o perseguidos los que siendo de vanguardia en su momento descubrieron nuevos aspectos de la física o del Universo. Por ejemplo, Cristóbal Colón, marino genovés, comprobó que la Tierra era redonda. Cruzó el Océano Atlántico dejando atrás el viejo mundo y descubrió un nuevo continente. Sin embargo, los que fueron con Colón en las Tres Carabelas estaban convencidos de que la Tierra era plana porque creían en la vieja teoría, la cual no resultó ser verdadera.
Para muchas personas la felicidad puede ser una utopía pero hay que arriesgarse, ya que como bien dice un refrán "quien no arriesga no gana". La felicidad está muy relacionada con alcanzar las metas que nos proponemos por lo tanto si a pesar de trabajar muy duro fallamos, debemos volcarnos hacia dentro y preguntarle al corazón qué es lo que no funciona.
Siempre estamos creando nuestra realidad aunque en ocasiones nos encontramos con oposiciones y limitaciones, aún así en cada cosa que estamos creando por difícil que parezca hay una oportunidad. Debemos diseñar nuestra propia realidad con sabiduría y con el deseo de conseguir como humanos aquello que queremos perfeccionar. Si queremos algo lo debemos desear primero, por eso es importante que lo consultemos antes con el corazón, así nos aseguraremos que la realidad se construya sobre la base del amor. Estamos en un momento en el cual la realidad se está redefiniendo y nosotros somos los artífices.
Nos han programado a través de la televisión, se nos hizo creer que la televisión es una gran fuente de información, fue bautizada como uno de los inventos más importantes de este siglo. Sin embargo, se encarga de mantenernos alejados de la realidad, de la experiencia, logrando así retrasar nuestro propio nivel de evolución.
Debemos comenzar a cuestionarlo todo, no sólo tenemos ese derecho también la obligación de hacerlo, en ello radica nuestra soberanía. Porque sólo mediante el conocimiento podremos cambiar las cosas.
Hay que ser valientes, no importa que la historia demuestre que fueron mal interpretados o perseguidos los que siendo de vanguardia en su momento descubrieron nuevos aspectos de la física o del Universo. Por ejemplo, Cristóbal Colón, marino genovés, comprobó que la Tierra era redonda. Cruzó el Océano Atlántico dejando atrás el viejo mundo y descubrió un nuevo continente. Sin embargo, los que fueron con Colón en las Tres Carabelas estaban convencidos de que la Tierra era plana porque creían en la vieja teoría, la cual no resultó ser verdadera.
Para muchas personas la felicidad puede ser una utopía pero hay que arriesgarse, ya que como bien dice un refrán "quien no arriesga no gana". La felicidad está muy relacionada con alcanzar las metas que nos proponemos por lo tanto si a pesar de trabajar muy duro fallamos, debemos volcarnos hacia dentro y preguntarle al corazón qué es lo que no funciona.
Siempre estamos creando nuestra realidad aunque en ocasiones nos encontramos con oposiciones y limitaciones, aún así en cada cosa que estamos creando por difícil que parezca hay una oportunidad. Debemos diseñar nuestra propia realidad con sabiduría y con el deseo de conseguir como humanos aquello que queremos perfeccionar. Si queremos algo lo debemos desear primero, por eso es importante que lo consultemos antes con el corazón, así nos aseguraremos que la realidad se construya sobre la base del amor. Estamos en un momento en el cual la realidad se está redefiniendo y nosotros somos los artífices.